jueves, septiembre 14, 2006

Mierda Oi!

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SOBRE ADVERTENCIA NO HAY ENGAÑO

Mierda Oi!

Por: Prangano

Que buena peda la de ayer, termine hasta el culo, con las orejas cansadas de tanto pinche escándalo que oí, que vomite todo en el baño; esos taquitos al pastor que hace el buen ‘Tripas’, se embarraron por todo el azulejo.

Me desperté, el sol me daba en la puta cara, la cruda solo me llamaba para que la refrescara con una chelita más, los ojos rojos por ese último toque y el maldito refrigerador más vació que mi estomago.

Busque por todo el cantón un envase de caguama pa alivianar mi pedo, pero todos estaban llenos de un color amarillo de dudosa procedencia, poco probable de ser el liquido vital, de cebada, que tanto bien me hace.

De pronto… los retortijones, mi maldita gastritis se hacia presente, las agruras amenazaban con hacer erupción, con salir a todo lo que da, de explotar dentro de mi sino hacia algo al respecto. En este cantón donde no halle una pinche chela, menos iba a encontrar un Melox, así que me quede un buen rato en el sillón de la sala, pa revolcarme en mi dolor.

Los minutos pasaron, mi aliento a pantano era cada vez más fuerte. Fue cuando el ardor se hizo insoportable, sudaba un chingo gotas de color verdusco, mientras me apretaba el estomago con mis manos y yo con mi pose fetal, recordando el útero materno, donde la panza no era mi pedo.

Me levanto estrepitosamente, un pedo hediondísimo me hizo ponerme de pie y correr a toda madre rumbo al baño, abrí la puerta y un cabrón estaba abrazado al inodoro, el que horas atrás había batido de guacara. Más pedos se escucharon, la mierda ya la podía sentir saliendo por mi ano y este cabrón que esta bien apañado al water.

Las nalgas me sudaban, la panza me ardía y en este cantón no existe otro puto baño para que cague. Estaba entre encabronado e impotente y mientras más me encabronaba, los pedos empezaban a salir con una consistencia más espesa.

Moví al cabroncete que estaba en el inodoro, lo avente al piso, se dio un putazote, pero no me importaba nada más que hacer caca.

Me baje los pantalones raudo y veloz, y solo vi como se llenaban de la guacara de mis tacos de pastor, pues en la madrugada de tan pedo que estaba los vomite parte en el piso y parte en la tapa del baño. Ni pedo, puse mis nalgas abrumadas de tanto pedo, que solo podía sentir la piña picada y cachitos de cebolla en mi culo, que sin inhibirse, soltó un tremendísimo pedote que hasta el cabrón que seguía en el piso abrazado a miles de condimentos, balbuceo un leve “no estén chingando”.

Seguido del pedote, un doloroso trozo de mierda sentí salir, apretaba mis nalguitas pero ella era más fuerte, los vellos del culo se estiraban impregnándose de la calabaza, que de una manera fresca, se hizo presente en el water, el que me salpico con cachitos de orín de quien sabe quien y uno que otro cacho de tortilla de los taquitos.

Con un suspiro afloje el culo y rápidamente una gran cantidad de contenido neto y netamente mío, cayó a la fina porcelana, que de su original color beige, solo queda un color cafesoso medio verde con olor a putrefacto que hasta me revolvió el estomago. El dolor gástrico regreso y con más fuerza, así, que me doble en la taza, seguía sentado en ella y los kilos de mierda salían a ritmo de Cockney Rejects y su Oi! Oi! Oi!.

Cuando pensé que ya había terminado y que la mierda se había desquitado por mi mal trato a mi estomago, una nueva descarga de pedos se dejo escuchar por el reducido baño. Ahora sí el cabroncete se despertó, se puso de pie, me mento la madre, salio tambaleándose y tapándose la nariz, yo solo lo vi de reojo, la mierda salía de mi ano ahora en forma de agua de cloaca, oliendo a gato muerto y verga de burro recién cojido, ahí mi cuerpo debió de estar flojito y cooperando. Yo no sentía nada, más que agua que se paseaba por mi ducto y se repegaba en mis paredes intestinales fluyendo pa salir a mezclarse en el agua apestosa del water.

Ahora sí, estaba listo para irme a la verga del baño, pero nel, no había ni un mendigo pedazo de papel, ni servilletas, ni siquiera estaba la toalla de las manos. Me pare y busque algo pa limpiarme la cola. Al volver la vista hacia mis pies vi mis calcetines y… ni pedo, me quite mis calcetines con esos mi limpie mi culito, que por cierto me ardió un chingo ese roce como si me hubiera cojido un pinche negrote de esos de películas porno. Ya con el culo semi limpio, bien colorado y sumamente rozado, me subí los pantalones y de abajo estaban empapados y decorados como una pizza mexicana hecha con las patas. Iba a jalarle a la taza cuando se me ocurrió observar todo el revoltijo que deje en el “mostrador”. Madres, se me exaltaron los ojos, se me doblaron las piernas, se me seco aún más el gañote, y el estomago se excito de una manera que quería “venirse”.

Me hinque y de nueva cuenta tuve contacto con la pizza mexicana, puse mi cara cerca del inodoro y cerré los ojos, deje que el “delicioso aroma” a melcocha, produjera su reacción en mi pancita.

Vomite y vomite pura basura gástrica, hasta avente lo que había cenado tres noches atrás, ese pozolito estilo jalisco que tan rico me supo se deposito estrepitosamente y granos esteros de maíz, se hacían presentes. Como reacción en cadena, mi cola protesto y se echo un pedazo con premio, ya nada me importaba, más que desalojar tanta basca como me fuera posible.

Pasarían alrededor de 15 minutos y yo no podía levantarme de la taza, seguía bien apirañado como si fuera mi novia, que vestida de color beige con toques de un verde grisáceo, me conquistaba para no ponerme de pie.

El pedo, por obvias razones se me había bajado y como 5 kilos perdí de peso. Ahora era un esqueleto huesudo y con aspecto de derrota.

Tocaron a la puerta del baño, era una morra que quería entrar a vomitar, tocaba estruendosamente, como queriendo derribar la puerta, yo solo podía decirle un espasmódico: “shingandoo”. Me quede jetón abrazado a mi nueva “conquista amorosa”. Watter Puerca, la bautice.

Con un cuchillo abrió la puerta; el aire que entro me despertó, ella con gritos desesperados me dijo que me abriera a la verga, como bulto más que humano, me arrastre por el suelo y teniendo contacto con infinidad de aditamentos alimenticios; me acosté en el piso de la regadera. La morra solo soltó toda su carga para depositarla en mi novia Watter Puerca, de una manera tan “tierna” que hasta las lágrimas corrían por mis mejillas traseras.

La morra termino de guacarear, se lavo la jeta con un chorrito que salía de la llave del lavabo, luego intento jalarle a mi mierda líquida y sólida, fusionada con guacaras de una velada “encantadora”. Pizza mexicana, pozole estilo jalisco, champiñones y papas sabritas (a que no puedes comer solo una).

Yo tan solo observaba con morbo de ver todo el “ritual” que seguía la morra, pues mi estado era de zombie.

Un extraño sonido proveniente de la tubería que alimenta la taza se escucho, la morra solo abrió sus ojotes, todo ese “menú” amenazaba con desbordarse de su recipiente, ella solo me dijo: “ahí te ves”.

Desde mi lugar, a una altura de 50 centímetros del piso, veía como unas gotitas aventureras, se animaban a salirse de la taza. Como pude me levante, valiéndome madres el mundo, la taza estaba en su máximo nivel, la putrefacción era de tal magnitud, que por temor a volverme a vomitar, salí del baño tambaleándome, chocando con todo, con el agua hedionda pisándome los talones.

Cerré la puerta de baño, mi confesionario; vi hacia alrededor mío, todo era como un campo de batalla, puro cadáver de botellas con cuerpos humanos tirados en el piso y en los muebles. Solo la morra estaba ahí, chingandose la bacha de un cigarro. Me le acerque, le pedí un jaloncito y la invite a que nos fuéramos de ahí. Ella muy confianzudamente me tomo de la mano y como dos “enamorados” salimos campantemente de ese cantón.

Así fue como me hice novio de Lulu, pero de vez en cuando le pongo el cuerno con Watter Puerca, mi gran amor de las pedas mierderas del oi!.


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